El Mundial de Rusia 2018 marcará el final para el defensor catalán Gerard Piqué. Querido y odiado a partes iguales, formó parte del gran momento español con su contundencia en la zaga, su rapidez y su jerarquía.
Debutante en 2009 con la Roja, desde entonces ha marcado cinco goles en 94. Sabe lo que es ganar el Mundial de 2010 y la Eurocopa de naciones 2012.
Pero su catalanismo no es perdonado por muchos exaltados. Su verbo tampoco ayuda. Pero así es Piqué: no se esconde al momento de opinar.
“Todos jugamos para el mismo país, con el mismo sueño y es algo de lo que estoy muy orgulloso”, reconoció en The Players Tribune. “Desde que era un niño pequeño y vi a Luis Enrique con la camiseta ensangrentada en el Mundial de 1994, mi sueño fue jugar con la selección (…) Estoy extremadamente orgulloso de llevar este símbolo”.
“Si ves la televisión en Madrid, te contarán una historia muy diferente sobre mí. Te dirán que soy un traidor y que quiero destrozar al país por mi apoyo público al derecho a decidir por parte de los catalanes en un referéndum de independencia”, relató el defensor.
Para el zaguero del Barcelona, el de Rusia será su adiós. “A medida que me hago mayor y ya me preparo para el último Mundial de mi carrera, he estado pensando acerca de mi lugar en el mundo, en cómo he llegado aquí y qué más quiero conseguir en mi vida”, indicó Piqué. “Uno de mis objetivos es no callarme nunca. Como atletas, creo que debemos nuestra plataforma para conectar con la gente y dejarlo entrar en nuestras vidas. Pienso que esta mentalidad es más necesaria que nunca”.
Piqué disputó siete partidos en Sudáfrica 2010 y uno en Brasil 2014.
