De las intrahistorias más bonitas que deja la doble fecha de Eliminatorias Mundialistas en Sudamérica, está la de Abelmy Meto Silu, mejor conocido como Metinho.
El lunes pasado fue el día más feliz de su vida. La promesa de Fluminense entró en Granja Comary, la sede de entrenamientos de la selección brasileña y le esperaba toda la indumentaria de la Canarinha.
Sus lágrimas brotaron. Después de tanto sufrimiento, llegaba un día especial: colocarse, al menos la ropa de entrenamiento, de la selección nacional.
El joven de 17 años fue convocado para completar el entrenamiento del grupo principal con el entrenador Tite en Granja Comary, junto con otro jugador tricolor, Luiz Henrique.
La historia de Metinho
Su historia es de tristeza. Metinho, nació en 2003 en la ciudad de Matadi, Congo. Al año siguiente, su padre, Abel, a causa de la persecución religiosa que sufría en su país natal, decidió huir del país.
“No se podía hablar, ni criticar al gobierno ni expresar la fe. Veíamos las matanzas, todo era horrible”, contó Abel en una entrevista.
Su padre, seguidor de la selección brasileña, pensó que ese país era un gran destino para continuar su vida. Llegaron a la favela “Cinco Boca”, una comunidad muy humilde donde convivió con la violencia. “En cualquier momento, te podía caer una bala pérdida”, dijo en Globoesporte.
Su padre le inculcó su apodo de hoy, “Metinho”, para hacérselo más amable a la pronunciación de sus nuevos amiguitos, mientras el señor, trataba de hacerse entender por las dificultades en el idioma.
“Cinco Bocas” tuvo un lado muy positivo: la mayoría de los vecinos son del Fluminense y crearon esa pasión en él. Se esforzó, trabajó duro y hoy es parte importante de las juveniles de ese equipo. Le tienen la mira puesta para que se consolide pronto en el primer equipo.
En el equipo local, Madureira, le llegó una oferta del Vasco da Gama. Insistió en quedarse hasta que enfrentara a Fluminense en la categoría de 12 años. El partido llegó y marcó tres goles. »Esperaré hasta que me llame Fluminense. Los enfrentaré y destacaré. Me gusta mucho el Fluminense » – recordó el padre.
Su oportunidad con Brasil
Y así ocurrió. Desde ese entonces, su vida ha dado un vuelco, al punto de que hoy está sirviendo de entrenamiento y sparring a los mejores jugadores de Brasil.
“El profesor Tite me recibió y me dijo que disfrutara mucho este momento con ellos y que fuera feliz en el campo. Es un sueño. Los jugadores que solía jugar en el videojuego están aquí conmigo. Estoy muy feliz de estar con los jugadores de la selección nacional. Estoy trabajando duro para ser convocado algún día para los equipos base”, dijo tras la experiencia.
El jueves se despidió de sus “compañeros”, quienes partieron a Sao Paulo a enfrentar a Venezuela. Le quedó el sabor de sentir lo que es estar entre los mejores y una nueva meta en la vida: esforzarse mil veces más para dejar de ser el jugador para completar el grupo y aparecer en una convocatoria nacional.
