Marruecos se despidió de la Copa del Mundo de Rusia 2018, hace pocas horas, tras empatar en dos con España. Mas allá de haber terminado último en el grupo, los africanos desplegaron un juego que pocos esperaban antes que comience el torneo.
¿Cómo elogiar a una selección que sacó un punto sobre nueve posibles?¿Cómo remarcar virtudes en un equipo que no pudo ganar? Si nos quedamos solo con los resultados, este artículo no tendría sentido. Pero es como quedarse solo con la tapa y no leer todo el cuento. El marcador es no es una historia resumida de lo sucedido, Marruecos es el ejemplo que lo avala, ya que en cada uno de sus presentaciones mereció más que los rivales.
En los partidos contra Irán, Portugal y España, los marroquíes lograron generar situaciones de gol al por mayor. No con pelotazos largos, ni apostando a la pelota parada. Hervé Renard apostó al juego por el césped. Triangulaciones ofensivas interesantes que dejaron en jaque en más de una vez a las defensas rivales. Tanto los jugadores como el staff técnico creyeron en este método hasta el último minuto. Pecó de no tener delanteros que puedan llevar al resultado lo generado. En el fútbol no alcanza con llegar una y otra vez al arco rival, también hay que aprender a ser aficaz.
Fueron veinte largos años de espera para Marruecos. A pesar de irse temprano a casa (algo que era de esperar por las dos potencias con las que le tocó compartir el grupo) los africanos deben irse con la frente en alto porque su juego está siendo elogiado en todo el mundo. Este es sin dudas un paso adelante para este seleccionado. No siempre se necesitan estrellas para poder desplegar un fútbol vistoso, solo todas las partes tienen que estar convencidas.