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Virgil Van Dijk y la paradoja del Liverpool

Van Dijk
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Una paradoja está asociada con aquello que parece absurdo o ajeno a la lógica. Etimológicamente hablando, la palabra se desglosa del prefijo griego «para» (contrario a) unido al sufijo «doxa» (opinión). Es decir, se refiere a una idea opuesta a la común opinión y al sentir colectivo.

El pasado 17 de octubre, por la jornada 5 de la Premier League, Virgil Van Dijk cayó lesionado de gravedad durante el empate (2-2) ante el Everton en el clásico de Merseyside. Aquel incidente desencadenó una de las grandes paradojas futbolísticas de esta campaña: la falta de gol del Liverpool.

De hecho, en todo el 2021, los “Reds” no han podido anotar un solo gol por la Liga Premier de Inglaterra. Naturalmente, los vigentes monarcas del campeonato inglés suman, por ende, cinco encuentros sin conocer la victoria, cayendo del primer puesto al cuarto lugar en un puñado de fechas.

Los de Anfield Road no vivían una seguidilla similar desde enero de 2017. En la actual racha negativa, lo más llamativo no son precisamente los problemas defensivos que podrían traer consigo las ausencias de Van Dijk, Joel Matip o Joe Gomez por sus respectivas lesiones de larga duración. Sino la terrible sequía goleadora de un equipo que junta a Salah, Firmino y Mané en sus filas.

 

¿La ausencia de Van Dijk debilita la ofensiva?

 ¿Cómo se explica esto? Cuando Virgil Van Dijk se coló y se sigue colando en todas las nominaciones individuales o en todos los XI ideales posibles desde hace ya algún tiempo, no ha sido, únicamente, por sus atributos defensivos, pues sobra la evidencia de que su sola presencia también fortalece el ataque “red”.

Es verdad que sus sólidas virtudes defensivas son las que le han llevado a forjar números sobresalientes como aquellos 65 partidos que pasó sin ser driblado en el 2019. Año en el que se hizo con el premio a Mejor Jugador del Año para la UEFA y en el que coqueteó con ganar, incluso el Balón de Oro. Sin embargo, al margen de lo que se le pide a un defensor, el impacto del neerlandés en la escuadra de Merseyside se ve reflejado en todos los aspectos. Empezando por los títulos, pasando por el liderazgo y terminando, sin ser menos prioritario, en el apartado ofensivo. Pasaremos a explicarlo.

Las estadísticas demuestran que en los últimos 15 partidos ligueros sin Van Dijk, el Liverpool ha bajado su cuota de victorias en un 20%, además de disminuir 0.6 puntos su promedio goleador con respecto a los últimos 15 juegos en los que sí estuvo el nacido en Breda. El elenco rojo ha aumentado sin Van Dijk su promedio de tenencia de pelota, pero se ha vuelto menos efectivo de cara a puerta.

Van Dijk
Van Dijk se lesionó el pasado 17 de octubre.

Por ejemplo, en su última derrota en casa, hecho inédito desde abril de 2017 cuando cayó ante el Crystal Palace, los de Klopp monopolizaron el balón con el 72% de posesión, ejecutaron 686 pases y ¡¡¡remataron 27 veces!!! No obstante, el encuentro terminó en favor del sotanero Burnley (0-1).

 

Un Rock and Roll desafinado

La presencia de Van Dijk mejoraba sustancialmente los ataques, al punto de que sin él su equipo sorprende menos por el hecho de no ejecutar tantos ataques directos. Al “Rock and Roll” de Klopp le falta su baterista estrella.

El zaguero neerlandés permitía, por sus enormes condiciones, tirar constantemente la línea defensiva para adelante y con ella la de todo el equipo. El Liverpool sigue presionando alto, pero no lo suficiente para que el famoso Gegenpressing de Klopp surta efecto en la red rival.

Asimismo, se extraña en demasía los excepcionales cambios de orientación del central, de 29 años. Unos precisos pases diagonales que activaban a los laterales (Robertson y Alexander-Arnold) y que comulgaban tan bien con los desmarques de ruptura de tan filosos extremos como Mané y Salah. De hecho, estos han tenido que mutar un poco su juego. Descienden más de lo que necesita el equipo para entrar más en contacto con una pelota que no siempre les llega en posiciones de ventaja.

Esto último se explica también desde la migración del mediocampo a la defensa que han padecido elementos claves como Henderson o Fabinho para tapar la ausencia de los centrales estelares como Matip y Van Dijk.  Por consiguiente, el Liverpool pierde lo que le hacía fuerte: la capacidad de romper el juego entre líneas hacia posiciones de avanzada, además de la asfixiante mordiente que imponía en el centro del campo.