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Solari: ¿algo más que un interino?

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Santiago Solari (7/10/1976, Rosario), argentino de nacimiento y español de adopción, admirador de Arrigo Sacchi y Vicente del Bosque, da el salto al banquillo del primer equipo del Real Madrid como solución de urgencia desde la ‘fábrica’ blanca a la crisis que ha propiciado el adiós de Julen Lopetegui.

«Si me das a elegir, siempre prefiero ser protagonista con la pelota y ser ofensivo». Son palabras de Solari defendiendo su ideal en una entrevista con El Gráfico. Estudioso del fútbol, amante del rigor táctico, da el salto al primer equipo con un sistema similar al de Lopetegui, 4-3-3 o 4-2-3-1, con gusto por laterales de largo recorrido, centrocampistas creativos y movilidad en el tridente ofensivo con un 9 de referencia.

El mismo camino que siguió Zinedine Zidane cuando la apuesta por Rafa Benítez se cortó en la primera cita del año 2016 lo transita ahora Solari. Tras dos años y tres meses en el Castilla, sin lograr el reto del ascenso a la división de plata del fútbol español pero formando un buen número de jugadores mientras crecía como entrenador.

Cercano como ‘Zizou’ al futbolista tras colgar las botas hace siete años, en 2011, y tener presente la forma de pensar de un jugador de elite.

Como futbolista, echó raíces en el Real Madrid, el club en el que más partidos jugó, 209, y en el que conquistó una Liga de Campeones, dos Ligas, dos Supercopas de España, una Supercopa de Europa y una Copa Intercontinental.

Se dio a conocer en el River Plate, apodado ‘el indiecito’ por ser sobrino de Jorge «El Indio» Solari. El fútbol lo llevaba en la sangre. Interior izquierdo, de zurda elegante y generoso en el esfuerzo. Ejemplo de máxima entrega siempre para sus entrenadores.

Dio el salto a Europa gracias al Atlético de Madrid, con dos temporadas y un final amargo con el descenso a los infiernos de Segunda División. Tras cinco temporadas de madridista, se marchó al Inter de Milán para acabar con un peregrinaje por el San Lorenzo, Atlante y Peñarol.

Siempre tuvo clara su vocación de entrenador y la desarrolló en el Real Madrid. Comenzó con el cadete B y fue campeón. Como con el cadete A. También dirigió las dos categorías del juvenil antes de pasar al Castilla, en el que iba camino de su tercera temporada en su mejor momento. Hasta la derrota de este fin de semana, firmaba el mejor inicio.

Llega acompañado al primer equipo por su segundo técnico, Santiago Sánchez, y devuelve galones de preparador físico principal a Antonio Pintus, de gran éxito en la etapa de Zidane y que quedó en la sombra con Julen Lopetegui y la presencia de Óscar Caro.

«Uno, de niño, juega al fútbol por el placer de tener la pelota. Esa es la esencia. El fútbol como competencia profesionalizada ofrece luego múltiples opciones. Todas ellas válidas. Opinables. Pero nada puede cambiar nunca esa sensación de satisfacción original. La satisfacción del que juega al fútbol para divertirse pasa por el contacto con la pelota. Eso no es opinable», es una frase de Solari que define su gusto por la posesión.

Con el jugador intenta «hablar poco», pretende «que los entrenamientos hablen» por él. Lo considera «la mejor manera de comunicar», aunque entra en un nuevo escenario, el del futbolista profesional. Un vestuario de estrellas al que dirigir. Con la experiencia de haber convivido con los ‘galácticos’ como jugador.

Y llega con dos grandes referentes. El primero, el italiano Arrigo Sacchi por ser «una eminencia, un entrenador que cambió la manera en la que se jugaba al fútbol». El segundo, Vicente del Bosque, que un día vivió lo que ahora experimenta Solari como técnico interino.

«Lo admiro y lo respeto muchísimo por su capacidad de gestión del grupo humano, que en el fútbol profesional es tan importante como el diseño de entrenamientos, la lectura del juego o tener buenos conocimientos tácticos, que también los tiene», destacó del exseleccionador español.