En Argentina no paran de llorar héroes. El martes murió un hombre que le dio la alegría más reciente a nivel de selecciones, un señor íntegro y que quizás el fútbol fue muy injusto con la calidad de ser humano que era.
Alejandro Sabella, con solo dos ciclos de dirección técnica (Estudiantes de La Plata y Selección argentina) cosechó suficiente gloria para ser recordado con cariño.
Más allá de los trofeos (Apertura y Libertadores con Estudiantes, subcampeonato del Mundo con Argentina), lo que deja marca de “Pachorra” es su calidad de persona.
En una entrevista lejana en El Gráfico, cuando recién se iniciaba como DT de cabecera tras años siendo el escudero en las aventuras de Daniel Pasarella, soltó unas frases sobre lo que era su visión de dirigir: un concepto basado en tres patas.
“Todo es un conjunto, son tres patas. Como técnico, vos tenés que demostrar, y te lo digo con letras porque no tienen un orden de prioridad: a) que sabés de qué se trata; b) que le dedicás tiempo al trabajo y c) que sos confiable como ser humano. Cualquiera de esas tres patas que se resquebraja, ahí mismo se rompe la confianza del jugador. El técnico es una persona que debe infundir respeto. Y el respeto lo infundís si sos honesto, si sabés del tema y si trabajás. Estas tres patas son igual de importantes y van atadas de la mano, como las otras tres patas: jugadores, técnico y dirigentes”.
Si nos vamos al orden de enumeración, la primera era comprobada. Se hizo viral al explicación de cómo puso en aprietos con Estudiantes de La Plata al mejor Barcelona y cómo lo forzó a definir la final del Mundial de Clubes con una dificultad que nadie esperaba en el Mundo Culé.
Para la “B” hay una anécdota terrible. La mujer de Alejandro le organizaba asados con los amigos para que se desconectara del fútbol, en especial en su época con la selección argentina.
Precisamente, luego del Mundial 2014 se retira para cuidar su salud. “No puedo dar el 100% que le exijo a mis jugadores”, se defendió. Ofertas no le faltaron, pero, con ese, cerró su breve pero fructífero ciclo como entrenador.
Y la “pata” más importante. Ser confiable como ser humano.
Sabella supo llegarle a un grupo de futbolistas con hambre de triunfo, como aquel Estudiantes de La Plata campeón de Libertadores, como a un grupo de estrellas consagradas en el mundo, tal cual era la Argentina de 2014.
“Tratemos todos de recorrer el mismo camino con generosidad, fundamentalmente con generosidad, y para hablar de generosidad y explayarme un poco más, ahí tenemos la bandera de nuestra patria, la he visto varias veces, al entrar y al salir… Qué mayor generosidad que la de quien fuera el creador de nuestra bandera, Manuel Belgrano: dio todo por la patria, era rico y terminó pobre, dejó su sueldo en manos del ejército, dejó su sueldo para hacer escuelas que después de muchísimos años, algunas no se hicieron todavía, murió pobre. Ese es el ejemplo a seguir, el de la generosidad, el de poner el bien común por encima del individuo y creo que ese es el ejemplo que debemos seguir”.
Ese extracto, que trae en el tiempo Infobae recordando su primera charla con los jugadores de la selección argentina, habla bien de los valores de un tipo que hoy mucha gente llora.
