El plantel administrativo se juntó en la sede de entrenamiento y al primer equipo lo despidió con aplausos. La primera plantilla del Palmeiras partía a Río de Janeiro a disputar la final de Libertadores.
El 2020 y los pocos días de 2021 han sido complejos para todos y el fútbol no escapa a ello. Había que surfear la ola con inteligencia. Y en Palmeiras, se hizo.
Contrario a su rival, Santos, que se planteó vender a su estrella Yeferson Soteldo al fútbol árabe, que tuvo un presidente destituido y que aún no se recupera de la crisis económica, Palmeiras tuvo un año tranquilo en lo económico, que terminó en buen puerto.
Todos aceptaron sacrificios. Los jugadores aceptaron los recortes salariales y el club se comprometió a no recortar puestos de trabajo. El medio ambiente siempre ha sido un factor clave en el año liderado por Anderson Barros, el director deportivo, de muy bajo perfil. Palmeiras no tuvo tensión.
Palmeiras, que podía tener otros dos títulos en camino, pues luego del Mundial de Clubes va a jugar la final de Copa de Brasil con Gremio, aunque se alejó de la cima del Brasileirao, ha sido un equipo competitivo todo el año.
33 goles marcó “o porco” camino a la gloria, siendo uno de los equipos más goleadores en la historia de la Libertadores. Fueron escandalosas las goleadas de 5-0, 5-1 y el 0-3 que le marcó a River Plate en su casa, lo que les metió en la final.
Todo está basado en compromiso, en jugadores, en el equipo, en la estructura. De nuevo un técnico portugués y tomando el equipo avanzada la competencia, Abel Ferreira asumió el cargo en octubre y tenía en agenda la difícil empresa de alzar la Libertadores asumiendo en octavos. Igualito que su paisano, Jorge Jesús, logró la gloria en 2019 al sentarse en el banquillo de Flamengo en octavos y hacerlo imparable hasta la final.
Llegó en sustitución de Vanderlei Luxemburgo, que aunque ganó el Campeonato Paulista (otro título que se le suma esta misma temporada atípica), hilvanó una racha de derrotas que les hizo apartarse de la lucha por el Brasileirao. La hinchada estaba tan molesta, que alguien difundió su teléfono en redes sociales y le llovieron insultos.
Con el portugués, el cuadro paulista se volvió voraz. De los 33 goles que presume en esta Libertadores, 21 aparecieron en su período. Apostó al 4-3-3, teniendo a Rony como figura principal (cinco goles y la vulgaridad de ocho asistencias), como extremo y a Luiz Adriano (cinco goles) como un rematador eficiente. No olvidemos al héroe inesperado, Breno, que marcó el gol de ganar la final.
Entre lesiones y planteamientos, Ferreira nunca repitió once en la Libertadores. Eso dio oportunidad a Gabriel Menino y Gabriel Verón, dos jóvenes canteranos, de mostrarse a gran nivel. La maquinaria que armó Ferreira, desde el portero Weverton (el mejor del torneo) hasta el atacante es envidiable.
Es cierto, la final fue muy poco lúcida y su último partido antes de esta, ante River Plate, dejó dudas. Pero la ilusión verde, de un equipo que va a jugar Mundial de Clubes directamente después de quedar campeón, genera esperanza ante un Bayern de Múnich que parece imbatible. Claro, antes debe ganar a Tigres o Ulsan. Pero, la ilusión está. Y el compromiso también.
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