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Descanse en paz, Timoteo Griguol

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«Se nos fue Timo. Gracias por todo viejito, imposible no tenerte presente minuto a minuto. Te voy a extrañar. QEPD», informó Víctor Hugo Marchesini, yerno de Timoteo Griguol, en su cuenta oficial de Twitter.

Todos los individuos se caracterizan por algo en la vida; algo es cualquier cosa indeterminada, como pueden ser una prenda o una ideología. Las mismas se vuelven rutinarias en su apariencia o en sus dichos y acciones. A Timoteo Griguol lo caracterizaba su pasión por enseñar… ah, claro, también su boina, una gorra sin visera, redonda y plana de una sola pieza, con un pequeño rabillo en la parte superior; la cual, adaptándose a la modernidad, cambió por una gorra estilo béisbol con visera.

Transcurría la década de los 30 y asomaba la de los años 40. Todos los viernes y sábados en el Club Atlético Las Palmas –a 214 kilómetros de la ciudad de Córdoba– había música. Allí, a cuatro cuadras de su casa, un niño corría al unísono de las canciones, mientras que su padre las bailaba. Justamente de su progenitor heredó esa soltura por el baile, arte que definía como alegría. Aunque hay que trepar un poco más en el árbol genealógico para descubrir de quien heredó su nombre, hasta llegar al abuelo, Timoteo. Un italiano que llegó a Córdoba y se instaló en Jesús María. Su nieto, aquel niño que correteaba por el club, con el pasar de los años fue adolescente, adulto y se convirtió en una persona mayor: «Me dicen viejo loco», aseguró entre risas picaras Timoteo Griguol, casi que apoyando la pera en el pecho.

Su nombre refiere a aquel que siente amor o adoración por Dios, y Griguol, paradójicamente, lo sentía. La iglesia estaba muy cerca de su casa en Córdoba y cuando vivía en Buenos Aires seguía yendo a misa todos los domingos. «Iba camino a ser cura, no soy cura porque mi vieja me sacó de la iglesia», afirmó confesándose como un creyente absoluto. Su madre se llamaba Mafalda, y según Timo «no te podrías imaginar que vieja linda y buena que era»; cuando la mencionaba su figura cambiaba, denotaba cierta ternura al hablar, tenía las manos entrelazadas y se acariciaba con su dedo pulgar derecho el semejante izquierdo.

La música ocupó una pequeña parte de su vida; sabia tocar el acordeón, el bandoneón y la guitarra. Mientras que correr fue el entrenamiento para poder triunfar en las dos grandes profesiones de sus 86 años, la de futbolista y, posteriormente, la de director técnico.

Debutó como futbolista en la temporada 56/57 en Atlanta y se desempeñaba de cinco. Era un volante de gran despliegue que recuperaba el balón y lo entregaba como un obsequio de navidad a sus compañeros. «Todo lo que pasaba por alrededor lo cortaba», explicó Griguol; quien, según la colocación del balón en el área chica, anticipaba los saques de portería rivales. Corría de izquierda a derecha, para así bajársela a los delanteros. Sin embargo, –también– sabia posicionarse como primer y segundo marcador central; en un fútbol más duro que el actual, donde sí se podía se iba a trabar con las dos piernas. Aunque resultaba impensado que ese agradable abuelo luchara vehementemente por la pelota y con intenciones aguerridas.

En 1970, comenzó su carrera como director técnico en las divisiones inferiores de Rosario Central. Siempre le había gustado la conducción de divisiones menores; sostenía que era fundamental para un técnico tener un mínimo de dos años de experiencia en inferiores, debido a que implicaba acaparar e intentar resolver una amplia variedad de temas extra-futbolísticos como la familia, el colegio, las lesiones, las comidas.

Iba todas las semanas a ver básquet, «No aflojes eh», le decía a su gran amigo León Najnudel, cuando su equipo marchaba primero en el campeonato, durante la gloriosa verdolaga década de los 80. También, le gustaba el vóley y el fútbol americano. De esos deportes asimilaba las jugadas trabajadas: como las salidas laterales y de pelota parada, el arrastre de marcas, las cortinas y la distracción; pensaba que eso «lo tenían que hacer con los pies».

Timoteo Griguol

Griguol era un espejo y reflejaba una figura de maestro que rozaba lo paterno. Basaba su concepto de director técnico en un principio de educación. Sus principales aulas fueron la Ciudad Deportiva Adolfo Pablo Boerio en Rosario, el campo deportivo de Pontevedra en el Gran Buenos Aires y el predio Estancia Chica en La Plata.

Estaba enamorado de Estancia Chica. Era el técnico del equipo y el jefe de jardineros, siempre que jugaban de local quería «el pastito bien cortadito». Griguol siempre vivió en el campo y eso era «campo para allá, campo para acá». En su etapa como director técnico de Gimnasia, compró un tractor para poder tener todas las canchas bien cuidadas, e incluso el mismo se convertía en granjero y lo manejaba durante los entrenamientos.

Timoteo Griguol

Sus alumnos eran los futbolistas, y cada fin de semana llegaba el examen. Quería que los jugadores actuaran en la cancha con todo lo que sabían. Esperaba que sus dirigidos le levantaran la mano si veían que las cosas no salían bien; y él les asignaría otra función dentro del campo de juego. «Levantame la mano así –explicaba, extendiendo su mano derecha como un alumno en clase–. Yo te voy a dar otra cosa para que hagas». Los primordiales colegios en donde aplicó su enseñanza fueron sus equipos: Rosario Central, Ferro y Gimnasia y Esgrima La Plata. La materia era fútbol, y él era un maestro sin guardapolvo, pero con pizarrón.

Decía que su esposa era una mujer extraordinaria, tanto como para los hijos, como para los nietos, como para él. Estaba muy enamorado, de ella y de su familia. Además de ser técnico, sostenía que sabía conducir a la familia. Disfrutaba mucho de sus nietos; «Timo, ¡viste cómo le pegué?», gritaban exaltados cuando lo invitaban a ver los partiditos, algo que le encantaba.

Era de viajar mucho –una semana, después se aburría– porque le gustaba conocer. A los que les gustó conocerlo fue, sin dudas, a esos hinchas de aquellos clubes que dirigió; y les dejó un último mensaje: «Hay que buscar –como– solucionar los problemas, y si los has solucionado es porque andas puntero».