La polémica es la carta de presentación de José Mourinho. El portugués nunca pasa inadvertido, tampoco le gusta hacerlo, y siempre tiene una manera de resaltar fuera de los terrenos. Las medias tintas no existen con el entrenador del Manchester United.
Su forma de ser le ha ganado fanáticos y detractores en medidas similares, casi siempre por lo que pasa cuando no se juegan los 90 minutos, pero en la parte clave de su trabajo también es alguien de extremos. Pareciera que existieran dos José Mourinho.
Una muestra clara fue este sábado al vencer 3-2 al Manchester City. Le impidió a los celestes, dirigidos por Josep Guardiola, que celebraran la conquista de la Premier League por anticipado. Un golpe al orgullo del cuadro ciudadano, que atraviesa una difícil semana.
Smalling: «Mourinho nos ha dicho al descanso que seguro que no queríamos quedarnos como payasos mirando quietos cómo ganaban el título. Y le hemos dado la vuelta» (BBC)
— Fernando Evangelio (@ferevangelio) 7 de abril de 2018
Pero el compromiso, pese a lo que indica el marcador, no fue un intercambio de golpes sino un sube y baja de dominio alterno. El primer tiempo fue del City que se puso en ventaja 2-0 y parecía quedarse corto, hasta que en el complemento la reacción «red» fue arrolladora y sirvió para remontar.
Allí se vieron las dos versiones de Mourinho. Primero el que se vende como víctima, que se lamenta de lo que cree sucederá injustamente con él en el futuro y crea predisposición en todos los actores. En el campo se agazapó en su área y no se interesó por el balón.
Las cachetadas le hicieron reaccionar y para el segundo tiempo regresó el «Mou» que demuestra que es un genio del oficio. Volteó la tortilla, se apegó a las ideas de su libreta y le dio vuelta a un partido que parecía ido desde hace un buen rato.
