Santos jugará este fin de semana una final más de Copa Libertadores. Seguramente, con la pandemia, los trapos o pancartas colgados en Vila Belmiro, ante la ausencia de público, se hacen más notables. Y en el recorrido de esta accidentada Copa Libertadores 2020(-21), se pudieron detallar de mejor forma. Como en muchos otros estadios, obviamente.
Hay uno que llama la atención y existe desde hace mucho. Se expone, majestuoso, de forma vertical, y toda su dimensión tiene un mensaje que parece llenar de orgullo a la feligresía de la costa paulista: “O único a parar uma guerra” (el único en parar una guerra).
Indagando un poco y afinando la oreja, uno de los cánticos recurrentes también habla de ese evento que enorgullece a toda una afición:
“O meu Santos é sensacional / Só o Santos parou a guerra / Com Rei Pelé Bi Mundial, o maior time da Terra ”
Así dice una estrofa de tantas canciones de amor del Santos Futebol Clube de Brasil. “Mi Santos es sensacional / Solo Santos detuvo la guerra / Con Rei Pelé Bi (campeón) Mundial (Intercontinental) / el mejor equipo de la tierra”.
Una historia mítica que sigue al equipo brasileño y que forma parte del rico anecdotario de la era que Pelé marcó. Algo muy propio del “Peixe” y que quizás, no ha sido tan difundido fuera de Brasil.
En realidad, no detuvo un conflicto bélico. Fueron dos, aunque la segunda parada en Nigeria es la que le da sentido y mito a la historia por cómo se desenvolvió la sanguinaria guerra civil.
Y a la verdad más pura vamos, no se marcó el fin de la guerra, solo se hizo una pausa mientras O Rei y compañía deslumbraban con su fútbol. El río de sangre lamentablemente se reanudó después.
En 1969 (un año antes que Pelé y Brasil brillaran ante el Mundo como campeones en México 1970), el equipo costeño de Sao Paulo fue a África de gira, aprovechando su fama mundial . El lunes 13 de enero, los futbolistas de Santos se embarcaron en Río de Janeiro con destino a Dakar para enlazar con otros destinos.
La gira de 1969 parecía ser la más larga, controvertida y fascinante de los viajes realizados por el equipo brasileño a África. Tiene, como anécdota, haber llegado al punto de enlace a la África profunda, Kinshasa (capital del Congo) en el avión presidencial ruso. Vaya a usted a saber por qué.
Pelé y el día del deporte en el Congo
O sí, puede que tenga sentido. Alphonse Massamba-Délba, segundo presidente del antiguo Congo Francés, declarado independiente como República del Congo en 1964, había generado malestar entre los militares y en 1968 Marien Ngouabi dio un duro golpe militar, que pudo controlar, pero que dejó al país en llamas. Por ello, en 1969 aún había resquemores en las calles. Y se instauró un sistema comunista, de los primeros en África. Y bueno, entre comunistas se ayudaban.
Ngouabi gestionó la llegada de este equipo de leyenda para reforzar la identidad nacional de su país a través del deporte y darle algo de popularidad a su régimen, en medio de una creciente tensión social.
Para llegar al lugar de la partida programada, la ciudad de Brazzaville, Santos necesitaba cruzar la capital del país, Kinshasa. Sin embargo, no había una gran condición para que este viaje ocurriera sin problemas.
Se requería un gran atractivo popular para que esto fuera posible. Y Santos, con Pelé, lo era. Desde el momento del alto el fuego temporal ocurrido por este partido, Santos siempre estuvo escoltado y cuidado militarmente.
El primer juego, Santos ganó 3-2 a la selección nacional del Congo, los “Leopardos”, ante noventa mil personas y luego de ir abajo 2-0 en el primer tiempo. Apenas arrancado el complemento, Pelé marcó tres goles, entre el minuto 5 y el 20. Gilberto Marques, de A Tribuna, único periodista brasileño en cubrir la gira contó:
“Pelé, cansado de las patadas, se sentó en el campo, siendo inmediatamente imitado por sus compañeros de equipo. Sin saber qué hacer, el árbitro detuvo el juego. Y luego se sorprendió con una nota traída de las gradas que decía: “Santos de Pelé está aquí para dar un espectáculo. Estoy aquí para ver el espectáculo. Si no aplicas las reglas del juego, vas preso ”. Quien escribió y envió la nota al árbitro no fue otro que Marien Ngouabi, el presidente del Congo «.
Dos días después, Santos ganó nuevamente, esta vez el equipo «B» de Congo, 2-0. Y el 23, se enfrentó nuevamente al equipo local, sin embargo, agotados por el viaje, los jugadores de Santos fueron derrotados por 3-2.
Este último resultado generó histeria colectiva y fue nombrado “Día del Deporte” por varios años. Sin embargo, a los días de haberse marchado Pelé y compañía, se reanudó la tensión social. Sucederían varios intentos de golpes de estado a Ngouabi hasta su asesinato en 1977.
La paz momentánea también llegó a Nigeria
Siguiendo en el año 1969, tocaba viajar a un lugar donde el conflicto bélico era mucho peor. La Guerra Civil de Nigeria (la llamada Guerra de Biafra) había comenzado en 1967 involucrando al ejército de ese país y a los rebeldes del sureste, que querían la independencia de sus provincias para formar la República de Biafra. Este conflicto contribuyó significativamente al aumento del hambre y la miseria en el país. Se calcula que la guerra dejó tres millones de muertos, entre la violencia y el hambre, más cuatro millones de desplazados.
Fue en medio de una guerra civil ligada a poderosos intereses económicos, inmersa en una crisis humanitaria de proporciones trágicas y envuelta en acusaciones de genocidio contra el pueblo Igbo, que la delegación de Santos desembarcó para jugar dos partidos amistosos durante la mítica gira de 1969.
En la misma gira a principios de este año, Santos buscaba hacer el cruce entre el Congo y Nigeria, pero fue suspendida debido a un conflicto entre los países, pero el paso de la delegación fue autorizado y fue recibida por el país de las Águilas Verdes. Pelé y su magia van más allá de la cancha.
Según el periodista Marques, no estaba en la agenda inicial visitar Nigeria y menos sabiendo la situación tan difícil. Pero sedujo una poderosa oferta económica y la garantía de estar bien resguardado. Al régimen dominante le interesaba transmitir sensación de paz. Fue sobre todo la propaganda de guerra desarrollada por el gobierno militar del general Yakubu Gowon, comprometido a transmitir a la opinión pública nacional e internacional el mensaje de que la situación estaba bajo el control total de las autoridades federales, y la vida diaria fuera de las zonas de combate seguía su curso normal.
La escasa prensa libre nigeriana criticó el gasto, habiendo tanta hambre (según ellos, 30 mil dólares se pagaron). Pero otros medios lo reseñaron como “el espectáculo más grande de la historia”.
El 26 de enero, Santos empató 2-2 con el equipo nacional nigeriano.
El 1 de febrero, el equipo brasileño continuó sus planes y fue a Mozambique. Ganó la selección de Lourenço Marques (hoy llamada Maputo, capital del país) por 1-0. Venía el último tramo de la gira por Ghana y otros países.
Sin embargo, los nigerianos querían que el equipo de Santos regresara y lo lograron. Fue otra cantidad enorme de dinero para cambiar el itinerario del “peixe”. El juego se jugó en Benín, el lugar más afectado por los conflictos y los rebeldes en Biafra. El 4 de febrero, con un aforo estimado en 25 mil personas, Santos ganó por 2-1, en un juego que simbolizaba una tregua de un conflicto que duraría un año más.
Aunque los historiadores insisten en desmentir la “tregua” y que esa zona ya estaba controlada por el gobierno central, lo que sí es cierto es que Pelé, Lima, Toninho y un espectacular equipo cambió los sonidos de las balas por los de los goles.
El fútbol, Santos y Pelé, al final, terminaron siendo un pequeño remanso de paz. Aunque fuera solo por pocos días.