Sin las decisiones de algunos, quizás el sábado no hubiese estado celebrando con Palmeiras. O quizá, ni siquiera Palmeiras hubiese llegado a la final de Libertadores.
Ronielson da Silva Barbosa, mejor conocido como “Rony”, llegó como el mejor pagado de un Palmeiras que recortó costos para poder navegar con tranquilidad a través de la pandemia.
Los casi seis millones de euros que costó venían avalados con un grandioso rendimiento en Athletico Paranaense. Pero su arranque fue débil. Era la etapa de Vanderlei Luxemburgo, donde una racha negativa le costó el puesto al ex entrenador del Real Madrid y salpicó a sus jugadores, entre ellos a Rony.
El nacido en Belem do Pará, específicamente en la pobre localidad de Magalhaes Barata, le costó horrores desarrollar su juego, mucho menos marcar goles. El público se impacientó y se mofó de él.
El jugador más caro no rendía para nada. La directiva decidió mostrar apoyo, aunque no faltaron voces que proponían su venta. Luxemburgo insistió a la directiva que era un problema de ansiedad.
Según UOL, se creó una verdadera “task force” de directivos y psicólogos para recuperar futbolísticamente al jugador. Sin embargo, el cambio de timonel le hizo retomar la confianza.
Abel Ferreira, técnico portugués que llegó en sustitución de Luxemburgo le trabajó como extremo, velocista y que ayudara a defender. De a poco, le soltó juego como media punta o nueve falso, con sus 1,67 metros.
“Ron da un juego vertical y ayuda a defender, como Willian. Juegan en ambas posiciones. Ron está muy concentrado, desde que llegué vi que tiene el corazón abierto para aprender el nuevo concepto de juego colectivo. Somos específicos en lo que pedimos jugadas para conquistar espacios o espacios libres para otros jugadores. Tiene mucha energía, mucha determinación“, dijo Ferreira cuando ya estaba engranado.
Rony, acostumbrado a levantarse
Es que Ron, como muchos futbolistas, tiene una historia de superación. Nació en una familia que llegó a padecer hambre. Su padre se separó de su mamá a los dos años de nacido. No tenían colchón dónde dormir, y él y sus hermanos soñaban con ser alguien en las tablas de madera de una cama, apenas forradas con papel periódico.
Su madre, luego, poco pudo hacerse cargo. Tomó la tutela el abuelo materno, quien quedó solo tras la muerte de su abuela. La señora en principio se haría cargo de los niños.
Su abuelo le permitía jugar al fútbol, siempre y cuando llevara pan a la casa. Por eso, compagino sus años de juvenil con repartidor en mototaxi y mecánico de asuntos ligeros en vehículos. También lo ayudaba pelando la mandioca (yuca) que cosechaba en un pequeño huerto.
Conoció al entrenador y empresario de juegos de azar Hércules Junior, quien hasta el sol de hoy es como una figura paterna. Lo entrenó, lo aconsejó y hoy lo maneja. Ron llegó al Palmeiras tras pasar por Remo, Cruzeiro, Náutico, Albirex Niigata (Japón) y Athletico Paranaense, con quienes ganó una Sudamericana.
En Remo, fue víctima de una bomba de estruendo en una invasión de su “torcida” a un entrenamiento, exigiendo buenos resultados. Recibieron amenazas de muerte. Rony fue valiente, la situación mejoró y se fue con la cabeza en alto.
Después de estar en Cruzeiro y Náutico, se fue a Japón. No se adaptó al estilo de vida y al retorno, por su buen rendimiento, le esperaba Botafogo, que lo llegó a presentar en redes. Por un fleco legal, se enredaron con Albirex Niigata. Botafogo renunció al jugador. Otro grande lo quería, Corinthians, pero de nuevo el papeleo era complicado. Cuando parecía que debía o quedarse en el dique seco o volver a Japón, Paranaense asumió el reto. Y ambas partes ganaron.
Ron es visto por sus amigos como alguien a quien le gusta ayudar. Para su madre, construyó una casa en Pará, apenas ganó una demanda contra su primer club, Remo; Cuando estaba en Athletico, apareció una noche entregando comida a personas sin hogar.
Durante la pandemia, fue uno de los deportistas que entregó uniformes y tacos autografiados para dibujar entre los que donaron alimentos a los que sufrieron las consecuencias del brote del nuevo coronavirus en todo el país. Ambas acciones tuvieron lugar en la Iglesia Universal, de la que forma parte.
Con cinco goles y ocho asistencias, se convirtió en una de las grandes figuras del Palmeiras campeón. Cosa curiosa, porque en el torneo aún no muestra números deslumbrantes. Pero ya Rony es todo un ganador: perdonó e hizo feliz a una hinchada que lo maltrató, como también, perdonó y tiene una relación cordial con su padre, que lo abandonó.
Ron creció cerca de Maracaná. Pero no el estadio: la ciudad del mismo nombre separada de Magalhães Barata por las aguas del río Capirí. En el Maracaná, el sábado, inscribió su nombre en el sitial de los inmortales.
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