El Derby de Merseyside era uno de los partidos “trampa” del Liverpool de Jürgen Klopp en el último tramo de la carrera por el título de la Premier League. El Everton es uno de los peores equipos de la temporada en Inglaterra, pero al ser un partido diferente, todo podía pasar en Anfield. Y la sorpresa estuvo muy cerca de concretarse.
El conjunto de Frank Lampard firmó 60 minutos sensacionales en Anfield, neutralizando a uno de los mejores equipos del mundo y hasta generando oportunidades de peligro al arco de Alisson. El plan del conjunto Toffee era muy claro.
El plan de Lampard
Bloque compacto con líneas juntas, vigilancias en el carril central (gran partido de Allan y Doucouré), superioridad en los costados (Dominante Mykolenko ante Mohamed Salah) y transiciones rápidas después de cara recuperación para intentar hacer daño a campo abierto (Anthony Gordon, clave ante la adversidad en el segundo tiempo). Defender con el cuchillo entre los dientes y atacar lo más rápido posible con el objetivo de terminar la jugada para tener tiempo de reorganizarse.
El Liverpool terminó el primer tiempo sin disparar al arco de Jordan Pickford. 388 pases precisos (90% de efectividad), pero ninguna oportunidad de peligro. La desesperación era importante en el conjunto Red, que estaba viendo como se le escapaba la posibilidad de seguir en carrera por la Premier League.
Los cambios de Jürgen Klopp, victoria del Liverpool
Jürgen Klopp tenía que cambiar cosas para que el partido tuviera un desarrollo diferente y poder acercarse al gol. Y en el minuto 60, con su equipo sin poder generar peligro a nivel colectivo, el alemán tomó la decisión de agitar tablero y cambiar el sistema para darle ingreso a dos piezas claves que cambiaron el proceso del encuentro: Luis Díaz y Divock Origi.
El ingreso del colombiano fue clave para abrir el campo por banda izquierda y tener una amenaza más en el 1vs1, lo que no ofrecía Diogo Jota en dicho costado. Es el que mejor se relaciona con Robertson que, en los minutos finales, se posicionó mucho más arriba en comparación con el primer tiempo (así llega el primer gol) con Luis Díaz alternando alturas y carriles con él.
Por su parte, el belga se convirtió en la principal referencia ofensiva del equipo, apareciendo por dentro para fijar centrales y generar desconcierto en la última línea toffee. Al mismo tiempo, Klopp reorganizó el ataque: Posicionó a Diogo Jota por dentro para acompañar a Origi para cargar el área y a Mohamed Salah abierto en derecho para dejarlo en el 1v1 ante el lateral, dándole un rol más interior a Trent Alexander Arnold. En números: Del 4-3-3 al 4-2-4.
Efecto inmediato
La presencia de Thiago en el doble pivote fue clave. Replicando el rol que tenía en el Bayern Múnich, el español aportó mucho más calidad en los primeros pases y jugó un poco más libre que en los primeros 45 minutos.
Los cambios tuvieron un efecto inmediato. El 1-0 llegó solo dos minutos después y, con la ventaja, el Liverpool gestionó mucho mejor el encuentro, pese a que sufrió mucho ante Anthony Gordon y su desequilibrio en transiciones.
En el minuto 82, el alemán volvió al 4-3-3 con el ingreso de Jordan Henderson por Diogo Jota. El inglés fue quien centró a Luis Díaz en el gol de Origi (2-0) y ofreció mucha más profundidad en el carril central para cargar el área. Una nueva victoria para el conjunto de Jürgen Klopp, que sigue en carrera por el título.