La pandemia provocada por el COVID-19 nos ha cambiado la vida a todos, hasta en la manera en cómo se vive el deporte. En el caso del fútbol -cuyo calendario ya estaba saturado de partidos-, el parón de marzo pasado representó un ajuste violento en cuanto al diseño de las distintas competiciones.
Partidos cada tres o cuatro días, ya sea por Ligas o Copas locales, por partidos de selecciones nacionales o por eventos continentales de clubes, lo cual ha provocado otro tipo de “pandemias” en el universo futbolístico.
La primera es la asociada al virus de moda, que obliga a los futbolistas a someterse a los test rápidos casi tanto como un entrenamiento. Los resultados generan ansiedad y obligan a apartar efectivos cuando son positivos, lo cual, según el caso, afecta el tan pisoteado “Fair Play” que proclama la FIFA.
Lo vimos en el Genoa, el Granada o el Shaktar Donetsk (que igual con su banca humilló al todopoderoso Real Madrid). Obligar a un club a jugar con su cantera contra un rival que llega a tope de condiciones es manchar el juego; es David contra Goliat, pero eso a la FIFA no le interesa.
También lo vimos con el Boca Juniors viajando a Paraguay con un montón de jugadores contagiados. Seguro estoy que, de haber sido Huracán o Patronato, Conmebol no se habría preocupado y el gobierno guaraní le habría vetado el ingreso a su país.
Merma
La segunda “pandemia” tiene que ver con el juego en sí. Parece que no, pero el ritmo de competición ha bajado. Los entrenadores no tienen tiempo para mejorar la estrategia y ello merma el rendimiento en cada partido. Basta ver las clasificaciones actuales de Inglaterra, España o Italia para entenderlo.
El juego también se ha visto castigado por la plaga de lesiones. Sí, los futbolistas de ahora son más atléticos y fuertes, pero no son de goma. Ese ritmo de competición, a pesar de las cinco sustituciones permitidas (con excepción de Inglaterra), nos lleva a más lesiones y afecciones a mediano plazo, lo cual también le resta “justicia” a la competición.
Negocio
La tercera “pandemia” resume los efectos del virus y el fútbol moderno: “business is business”. La confección ajustada de los calendarios, con horarios sin sentido, equipos jugando el mismo día en su país y en su continente (Conmebol) o Ligas que se creen por encima de la ley, son parte del menú diario.
En Italia, por ejemplo, los protocolos acordados entre el Ministerio de Salud y la Serie A se están saltando a conveniencia. Al Napoli lo castigaron con derrota en la mesa por seguir las reglas. El Lazio disputó un partido de Champions League con jugadores positivos, pero en Liga no, lo cual es inentendible y es actualmente un escándalo.
En Venezuela, la burbuja de Barinas explotó y mas de 70 jugadores resultaron positivos, pero ni los equipos, ni la Liga se pronuncian. Prefieren callar antes de asumir la responsabilidad.
Hace un mes parecía que la FIFA se inclinaba ante el COVID, pero ahora parece que no tanto, pues el balón debe rodar y los dólares deben seguir curso.